sábado, 27 de abril de 2013

Una puerta a la esperanza y la alegría

Hay que subvertir sus argumentos, aquellos que aseguran que con esta crisis se abre para los poderosos una época llena de oportunidades.
Sus oportunidades para sojuzgarnos más y obtener  mayores cotas de libertad y beneficio para unos pocos hemos de convertirlas en lo que son, un verdadero y auténtico fracaso democrático de los poderosos para dar un mínimo de satisfacción a las mayorías y para el gobierno de las mayorías, que está colmando nuestra paciencia y nuestra capacidad de sufrimiento.
Debemos alegrarnos de que el egoísmo, la insolidaridad, la ignorancia, la insensibilidad y la falta de ética de esta minoría que nos gobierna, se vean abocadas al fracaso porque son vicio y no virtud y aunque de momento sus consecuencias las estemos pagando nosotros quizás no muy tarde vayan aumentado nuestras oportunidades las de la mayoría y estemos mucho más cerca de inclinar la balanza de nuestro lado.
Seremos Solidarios si unimos nuestras solidaridades en la defensa de intereses comunes.
Seremos Generosos si nos desprendemos de nuestros pequeños y ruines egoismos
Seremos Incorformistas si unimos nuestras incorformidades
Seremos Sabios si unimos nuestros conocimientos
Tendremos Razón si unimos nuestras razones en objetivos comunes.
Tendremos Fuerza para cambiar todo en la dirección que interesa a las mayorías si unimos nuestras fuerzas empujando en esa dirección.
Somos capaces de todo esto.
Por tanto están aumentando nuestras espectativas  de solucionar nuestra situación y por ello debemos congratularnos y alegrarnos, y sobre todo porque como dice Benedetti debemos defender la alegría como un derecho.



Defender la alegría como una trinchera 
defenderla del escándalo y la rutina 
de la miseria y los miserables 
de las ausencias transitorias 
y las definitivas 

defender la alegría como un principio 
defenderla del pasmo y las pesadillas 
de los neutrales y de los neutrones 
de las dulces infamias 
y los graves diagnósticos 

defender la alegría como una bandera 
defenderla del rayo y la melancolía 
de los ingenuos y de los canallas 
de la retórica y los paros cardiacos 
de las endemias y las academias 

defender la alegría como un destino 
defenderla del fuego y de los bomberos 
de los suicidas y los homicidas 
de las vacaciones y del agobio 
de la obligación de estar alegres 

defender la alegría como una certeza 
defenderla del óxido y la roña 
de la famosa pátina del tiempo 
del relente y del oportunismo 
de los proxenetas de la risa 

defender la alegría como un derecho 
defenderla de dios y del invierno 
de las mayúsculas y de la muerte 
de los apellidos y las lástimas 
del azar 
y también de la alegría.

Mario Benedetti

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